Política

Danilo Medina, vanidad y egocentrismo

Sobre Danilo Me­dina se ha escrito muy poco, y aun­que en estos días se esté debatien­do públicamente sobre su papel de único responsable de la derrota vergonzosa del PLD y de las causas que la originaron, la mayoría de los comentarios se han en­focado en los aspectos polí­ticos externos.

Por esta razón, este aná­lisis pretende sacar a la luz las causas reales de esta ca­tástrofe política, hurgan­do dentro de la personali­dad oscura de Danilo, que provocó el fracaso electoral más desastroso, estrepito­so y humillante de la histo­ria política dominicana, no obstante haber recibido ad­vertencias y alertas tempra­nas.

Para iniciar quisiera ad­vertir que, si alguna vez se ha encontrado con una per­sona que se creé superior e infalible, que demanda constantemente de la apro­bación y admiración de to­dos y a la más mínima críti­ca reacciona a la defensiva, tenga mucho cuidado, pues estas son características que definen a una persona nar­cisista, tóxica y peligrosa.

Con una personalidad así, como falso líder, fue que el otrora poderoso PLD, ca­yó en un tsunami de men­tiras, engaños, manipu­laciones y humillaciones, características típicas de la que estos sujetos se valen para lograr sus objetivos ocultos, las cuales describen a la perfección al verdadero Danilo Medina, lo cual pre­tendo intentar analizar en este artículo.

El narcisismo alude al mito griego sobre el joven Narciso, quien se enamo­ró desenfrenadamente de su propia imagen reflejada en el agua y que finalmente se ahogó al pretender besar­la. En el lenguaje coloquial se designan estos rasgos co­mo vanidad cimentada en su propio ego, lo cual explica por qué Danilo Medina junto a su PLD se “ahogaron” en las aguas profundas de su ego­centrismo incontrolado.

Los perfiles de este narci­sismo patológico, como diag­nóstico en psiquiatría, son representados por baja au­toestima, acompañada de una desmesurada sobreva­loración de su propia impor­tancia, de la subestimación de los demás y del uso exa­gerado de pronombres po­sesivos: yo, mí, mío y conmi­go. Por ejemplo, cuando en su discurso de campaña y sin ser candidato dijo ¡yo les ase­guro que yo gano estas elec­ciones! O cuando se refería a “mi gobierno”, “mi congre­so”, “mis senadores”, “mis di­putados”, “mis alcaldes”.

Mostrar más

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba